Descubre el poder transformador de la comunión con Dios
¡Qué maravilloso es este poder que podemos experimentar por medio de la oración! Así como Levitin, nosotros podemos elevar nuestras almas y entrar en la dimensión del Espíritu en la propia presencia de Dios y recibir poder y autoridad para sobrellevar las cargas, pruebas y tribulaciones que se nos presenten.
El poder de Dios se manifiesta de varias formas y maneras diferentes. Y uno de los secretos del poder de Dios reside en la oración. Es necesario obtener el poder de Dios en nuestras vidas para vivir abundantemente y en victoria.
¿Y qué beneficios y bendiciones podremos recibir, por medio de la oración, del poder de Dios en nuestras vidas?
El apóstol Pablo dice que debemos orar en todo lugar. Personajes bíblicos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento oraron en muchos diferentes y distintos lugares: Profetas, reyes y sacerdotes oraron en sus camas cuando estaban enfermos y angustiados; en el templo, afuera, en el campo, en la guerra.
Nuestro Señor Jesucristo oró en lugares solitarios, en lugares retirados, con sus doce discípulos, con los tres discípulos más cercanos; en casas, en la calle donde enseñó a orar a sus discípulos; en la última cena, en el huerto de Getsemaní y aun en la cruz.
Lo importante es orar. No importa dónde ni a qué hora. Dios es Espíritu y su presencia está en cualquier lugar de la tierra y del universo.
Lo primero que debemos hacer al levantarnos es dar prioridad a Dios en la oración. Haciendo de esta manera, lo encontraremos durante todo el día. Él debe ser lo primero, lo más importante, la razón principal de empezar el día.
No solamente temprano, pero oraremos en todas las oportunidades y cuando nuestro tiempo lo permita: durante el día esporádicamente, en ocasiones diferentes o horarios distintos. Cada cristiano conoce su tiempo disponible para la oración. Es sabio hacer tiempo durante el día aun cuando el trabajo secular esté presente.
También en nuestra mente y espíritu podemos orar en todo momento y mantener esta dulce comunión con el Señor.
Jesús dijo que no usáramos palabras sin sentido, sino que oráramos específicamente, con motivos, razones, propósitos y con eficacia para ser oídos. No todas las oraciones son iguales, pues hay muchos diferentes tipos para distintas necesidades y problemas.
Fe es creer que Dios va a contestar la oración. Usted debe compartir y testificar con los demás cuando Dios le contesta, edificando así la fe de los oyentes y de toda la iglesia.
Debemos orar específicamente de acuerdo con la voluntad de Dios. Él no le concederá algo que no está en su voluntad.
Pida a Dios que el Espíritu del discernimiento sea real y efectivo en el momento de la oración.
La efectividad de la oración tiene que ver con el nivel de intimidad que tenemos con Dios. Si permitimos alguna cosa que se interponga entre nosotros y Dios, no podremos sostener una relación de intimidad con el Señor.
Muchos creyentes se desaniman muy rápido cuando no obtienen las respuestas que desean. La persistencia nos traerá el desarrollo del carácter, conocimiento, dominio propio, paciencia y madurez.
El poder del Espíritu Santo nos llevará a orar con autoridad. Cuando oramos, debemos pedir la guía y el respaldo del Espíritu para hacerlo con efectividad.
Es muy importante saber a quien orar. Muchos no saben a quien dirigir sus plegarias y aun algunos cristianos no saben la manera correcta de hacerlo.
En primer lugar, debemos orar a Dios Padre.
En segundo lugar, debemos orar en el nombre del Hijo, Jesucristo.
En tercer lugar, debemos orar pidiendo la ayuda del Espíritu Santo.
Debemos orar pues, a Dios nuestro Padre; en el nombre del Hijo, el Señor Jesucristo; y con la ayuda y la dirección del Espíritu Santo. No a alguna persona, imagen, estatua o santo. De acuerdo con las Sagradas Escrituras, la Santísima Trinidad completa se involucra en nuestro orar y en nuestro pedir.
La oración es sencillamente petición, ruego, súplica, plegaria, intercesión. Es la forma y la vía de comunicarnos con Dios y tener comunión con Él. Es la manera en que, por medio de Cristo, tenemos entrada y acceso al tercer cielo donde está el Señor Dios Todopoderoso.
Peter Wagner refiriéndose a la oración dice: «La oración es la vía por la cual nos tornamos unidos con Dios a tal grado que Él puede fluir fácilmente en nuestros asuntos y de la misma manera nosotros podemos fluir libremente en los asuntos espirituales de Dios».
Desde el Génesis hasta el Apocalipsis las Escrituras están llenas de ejemplos de distintas oraciones hechas por diferentes personajes en diversas ocasiones y de cómo Dios se las contestó a cada uno en su tiempo.
Cuando leemos la Palabra de Dios, la Biblia, Dios habla con nosotros, pero cuando oramos nosotros hablamos con Dios. Derramamos nuestra alma y ser delante de Él y le dejamos saber lo que está en nuestros corazones, así como un hijo habla a su padre y el padre habla a su hijo.
No hay nada más extraordinario que doblar las rodillas y orar en el Espíritu mientras nuestras lágrimas descienden de nuestra mejilla y aún más grande es saber que Dios nos está oyendo y que Él está más cerca que nuestra propia respiración.