El Secreto de la Oración Eficaz

Descubre el poder transformador de la comunión con Dios

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¿Por qué orar?

¡Qué maravilloso es este poder que podemos experimentar por medio de la oración! Así como Levitin, nosotros podemos elevar nuestras almas y entrar en la dimensión del Espíritu en la propia presencia de Dios y recibir poder y autoridad para sobrellevar las cargas, pruebas y tribulaciones que se nos presenten.

El poder de Dios se manifiesta de varias formas y maneras diferentes. Y uno de los secretos del poder de Dios reside en la oración. Es necesario obtener el poder de Dios en nuestras vidas para vivir abundantemente y en victoria.

¿Y qué beneficios y bendiciones podremos recibir, por medio de la oración, del poder de Dios en nuestras vidas?

Tomado del libro "El Secreto de la Oración Eficaz" por Josue Yrion. (115-128)
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¿Dónde orar?

1 Timoteo 2.8a: «Quiero pues que los hombres [y las mujeres] oren en todo lugar…»

El apóstol Pablo dice que debemos orar en todo lugar. Personajes bíblicos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento oraron en muchos diferentes y distintos lugares: Profetas, reyes y sacerdotes oraron en sus camas cuando estaban enfermos y angustiados; en el templo, afuera, en el campo, en la guerra.

Nuestro Señor Jesucristo oró en lugares solitarios, en lugares retirados, con sus doce discípulos, con los tres discípulos más cercanos; en casas, en la calle donde enseñó a orar a sus discípulos; en la última cena, en el huerto de Getsemaní y aun en la cruz.

Lo importante es orar. No importa dónde ni a qué hora. Dios es Espíritu y su presencia está en cualquier lugar de la tierra y del universo.

Juan 4.23-24: «Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán [oraran] al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren [oren]»
Tomado del libro "El Secreto de la Oración Eficaz" por Josue Yrion. (115-128)
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¿Cuándo orar?

Salmos 5.3: «Oh Jehová, de mañana oirás mi voz; de mañana me presentaré delante de ti y esperaré».

Lo primero que debemos hacer al levantarnos es dar prioridad a Dios en la oración. Haciendo de esta manera, lo encontraremos durante todo el día. Él debe ser lo primero, lo más importante, la razón principal de empezar el día.

Salmos 55.17: «Tarde y mañana y a mediodía oraré y clamaré, y él oirá mi voz».

No solamente temprano, pero oraremos en todas las oportunidades y cuando nuestro tiempo lo permita: durante el día esporádicamente, en ocasiones diferentes o horarios distintos. Cada cristiano conoce su tiempo disponible para la oración. Es sabio hacer tiempo durante el día aun cuando el trabajo secular esté presente.

También en nuestra mente y espíritu podemos orar en todo momento y mantener esta dulce comunión con el Señor.

Tomado del libro "El Secreto de la Oración Eficaz" por Josue Yrion. (115-128)
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¿Cómo orar?

Mateo 6.7-13: «Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos. No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros lo pidáis. Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos…»

Jesús dijo que no usáramos palabras sin sentido, sino que oráramos específicamente, con motivos, razones, propósitos y con eficacia para ser oídos. No todas las oraciones son iguales, pues hay muchos diferentes tipos para distintas necesidades y problemas.

Principios para orar con efectividad:

  1. Ore con fe y confianza
    Hebreos 11.6: «Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios [en oración] crea que le hay [que Él existe], y que es galardonador de los que le buscan [oran a Él]»

    Fe es creer que Dios va a contestar la oración. Usted debe compartir y testificar con los demás cuando Dios le contesta, edificando así la fe de los oyentes y de toda la iglesia.

  2. Ore en el centro de la voluntad de Dios
    1 Juan 5.14: «Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye».

    Debemos orar específicamente de acuerdo con la voluntad de Dios. Él no le concederá algo que no está en su voluntad.

  3. Ore con discernimiento
    Eclesiastés 8.5b, 6a: «…y el corazón del sabio [del creyente] discierne el tiempo y el juicio. Porque para todo lo que quisieres [en oración] hay tiempo y juicio…»

    Pida a Dios que el Espíritu del discernimiento sea real y efectivo en el momento de la oración.

  4. Ore con un corazón puro
    Salmos 66.18: «Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, el Señor no me habría escuchado».

    La efectividad de la oración tiene que ver con el nivel de intimidad que tenemos con Dios. Si permitimos alguna cosa que se interponga entre nosotros y Dios, no podremos sostener una relación de intimidad con el Señor.

  5. Ore con perseverancia
    Hechos 1.14a: «Todos éstos perseveraban unánimes en oración y ruego…».

    Muchos creyentes se desaniman muy rápido cuando no obtienen las respuestas que desean. La persistencia nos traerá el desarrollo del carácter, conocimiento, dominio propio, paciencia y madurez.

  6. Ore con poder y autoridad
    Hechos 4.31: «Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo [poder y autoridad] la palabra de Dios»

    El poder del Espíritu Santo nos llevará a orar con autoridad. Cuando oramos, debemos pedir la guía y el respaldo del Espíritu para hacerlo con efectividad.

  7. Ore con una vida recta
    Proverbios 15.8: «El sacrificio de los impíos es abominación a Jehová; mas la oración de los rectos es su gozo».
  8. Ore con una vida santa
    1 Timoteo 2.8: «Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, levantando manos santas, sin ira ni contienda».
Tomado del libro "El Secreto de la Oración Eficaz" por Josue Yrion. (115-128)
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¿A quién orar?

Es muy importante saber a quien orar. Muchos no saben a quien dirigir sus plegarias y aun algunos cristianos no saben la manera correcta de hacerlo.

En primer lugar, debemos orar a Dios Padre.

Mateo 6.6: «Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento y cerrada la puerta, ora a tu Padre…»

En segundo lugar, debemos orar en el nombre del Hijo, Jesucristo.

Juan 14.14: «Si alguno pidiere en mi nombre, yo lo haré».
Juan 16.24: «Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido».

En tercer lugar, debemos orar pidiendo la ayuda del Espíritu Santo.

Romanos 8.26-27: «Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu Santo mismo intercede con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos [la iglesia]».

Debemos orar pues, a Dios nuestro Padre; en el nombre del Hijo, el Señor Jesucristo; y con la ayuda y la dirección del Espíritu Santo. No a alguna persona, imagen, estatua o santo. De acuerdo con las Sagradas Escrituras, la Santísima Trinidad completa se involucra en nuestro orar y en nuestro pedir.

Tomado del libro "El Secreto de la Oración Eficaz" por Josue Yrion. (115-128)
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¿Qué es orar?

Filipenses 4.6: «Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias».

La oración es sencillamente petición, ruego, súplica, plegaria, intercesión. Es la forma y la vía de comunicarnos con Dios y tener comunión con Él. Es la manera en que, por medio de Cristo, tenemos entrada y acceso al tercer cielo donde está el Señor Dios Todopoderoso.

Peter Wagner refiriéndose a la oración dice: «La oración es la vía por la cual nos tornamos unidos con Dios a tal grado que Él puede fluir fácilmente en nuestros asuntos y de la misma manera nosotros podemos fluir libremente en los asuntos espirituales de Dios».

Desde el Génesis hasta el Apocalipsis las Escrituras están llenas de ejemplos de distintas oraciones hechas por diferentes personajes en diversas ocasiones y de cómo Dios se las contestó a cada uno en su tiempo.

Cuando leemos la Palabra de Dios, la Biblia, Dios habla con nosotros, pero cuando oramos nosotros hablamos con Dios. Derramamos nuestra alma y ser delante de Él y le dejamos saber lo que está en nuestros corazones, así como un hijo habla a su padre y el padre habla a su hijo.

No hay nada más extraordinario que doblar las rodillas y orar en el Espíritu mientras nuestras lágrimas descienden de nuestra mejilla y aún más grande es saber que Dios nos está oyendo y que Él está más cerca que nuestra propia respiración.

Tomado del libro "El Secreto de la Oración Eficaz" por Josue Yrion. (115-128)